Los estudiantes
Los estudiantes, en su gran mayoría, son aquellas personas que llegan a una sala de clases sin saber los temas que se tratarán en la asignatura y esperan la aparición de otra persona que tiene más conocimiento que ellos y que se los va a transmitir. Ellos tienen la responsabilidad de estudiar, para que esos conocimientos formen parte de sus haberes académicos. Los estudiantes, por lo general, no son profesionales en formación, se convierten en profesionales un día en que alguien, que también tiene más conocimiento que ellos, les da un título universitario. Ellos no guían el proceso de su aprendizaje, ni son un agente activo en él, sólo reciben la información que deben manejar, y esperan poder demostrar en los momentos designados para esto que memorizaron adecuadamente el contenido que les expuso su profesor. Se echa de menos un cambio de concepción en los roles: que un estudiante no sea sólo el que estudia y que un profesor no sea sólo el que enseña, se impone el compartir esos roles, el desempeñar las acciones necesarias para que ambos agentes se activen y generen conocimiento: para sí mismos, para los otros, y para la comunidad académica en general; es por esto que ser un profesional en formación debería implicar ser más que estudiante, y más que profesor, debería significar ser ambos, compartir los roles, sentirse ambos un tanto aprendices y un tanto expertos no sólo en teoría, sino en la práctica profesional y académica.
Los profesores
Profesor: persona mayor que los estudiantes que tiene conocimientos que le transmite a los alumnos. Posee una fuerte concepción de que sus pupilos no manejan los temas que él va a tratar en clase. Antónimo de profesional que colabora con otros que se están formando y que en el espacio de la sala de clases conforman un ambiente colaborativo de co-construcción de conocimientos. Según esta definición, la cual es lamentablemente vigente, se menosprecia el valor de los estudiantes, pero también de los profesores, así como sus capacidades de agencia: un maestro puede ser mucho más que un transmisor de conocimientos, pudiera dejar de significar omnisapiencia para representar potenciación (propia y de otros). Visto de esta manera, el profesor no sólo será un receptáculo de conocimiento, sino además un generador del ambiente y de la posibilidad para la creación del mismo, no sólo en su quehacer, sino en el de sus discípulos. Entonces, si el estudiante debería desempeñarse como profesional en formación, quizás el profesor debería actuar como profesional en desarrollo. Los profesores también están necesitando reivindicación, están necesitando cierta “liberación”, que además, les permita interactuar de una forma más equilibrada con sus estudiantes, de una manera en la que si se acercan afectivamente, no necesariamente se alejen académicamente, pues estos aspectos no tienen por qué significar polaridades.
Esta historia termina en que la mayoría de los profesionales comenta que se siente “desnudo” al salir de la universidad, pues durante muchos años fueron preparados para ser alumnos, en el mejor de los casos buenos alumnos, pero no para ser profesionales. El rol profesional no “aparece” de improviso al ingresar a la universidad, sino que es un proceso gradual, influido por múltiples agentes y que, además, viene formándose desde la enseñanza básica.
Tanto el profesor como el profesional en formación tienen experiencia previa en el sistema educacional, o sea, el profesional en formación no llega a la sala de clases sin conocimientos, con el propósito de que “le enseñen” lo que la directiva de la institución educacional considera que él debería saber. Estas actitudes afianzan el rol pasivo de los estudiantes y la invalidación de grupo que componen.
Seamos realistas: estamos necesitando una transformación, pero ésta no se conquista con la facilidad con que se cambia de “etiqueta” al recibir un título universitario, ya que implica un cambio de concepciones muy fuerte, sin embargo, les propongo que seamos todos unos buenos locos, en el mejor sentido de la palabra, les propongo que pensemos cosas locas, si estar loco es estar fuera de lo normal… cosas como que un profesor y un profesional en formación pudieran construir juntos el conocimiento. ¿Qué les parece?
3 comentarios:
Anaís, estas muy linda en la foto.
Felicitaciones supe que quedastes en el COMPER, yo se que era los que querias y te lo mereses tambien
Cariños Gilda
Any, muy bueno el todo y cada una de sus partes; tengo una propuesta.. sustituyamos lo "normal", (que ya no es una referencia fidedigna) por lo humano, en su sentido más inocuo.
Asumamos que la "norma" varió, y por ende el contenido de "lo normal" debe variar, démosle permiso al transexual para que viva como humano, aunque no sea "normal en nuestros días", (como dijo el poeta cantor) y démosle al estudiante, el derecho a dejar de ser etimológica y funcionalmente "alumno", sino futuro colega en formación, si queremos un mundo mejor!
Olga Carmelita
26 de julio
Me gusta y mucho tu blog...Sobre el comentario TRANS se me ocurren tres palabras claves y alguna que otra reflexión al vuelo: prescripción, proscripción y discriminación.
Las prescripciones, de una u otra forma, como anteceden a la toma de decisiones, siempre están determinadas por juicios de valor y son en el caso que nos ocupa, limitantes porque establecen un valladar que impiden que conozcamos bien a la gente en sus verdaderas cualidades. Se prescribe desde modelos preelaborados que nos "tiran" a pensar de antemano bien o mal de la gente. La prescripción, es mala cuando conocemos a alguien. Eliminémosla.
Semejante destino debía tener la proscripción, porque de hecho, nadie tiene derecho a limitar en cuanto a sus derechos a otra persona, por sus supuestas "limitaciones" o preferencias; pero OJO, siempre recordando a Benito Juárez: el derecho propio termina, donde comienzan los derechos ajenos. Si no tengo derecho a limitar a otro, tampoco el otro, puede interferir negativamente en mi vida.
Por último, está la discriminación, de la que no nos salvamos ninguno, porque curiosamente, aquellos que se quejan de ser "discriminados" por los que se llaman a sí mismos "normales", suelen ser los peores discriminadores del resto de la humanidad que no consideran sus "iguales" (y de esto, no se salvan ni minusválidos, ni indigentes, ni millonarios, ni homo, ni trans).
La discriminación, creo que es absolutamente válida,en cuanto a elección de patrones y sentido personal de vida, en
última instancia; porque toda elección pasa por discriminar entre qué es la que quiero, me conviene o debería hacer en cada circunstancia entre las varias opciones al acceso, y esta es la fuente de todas nuestras decisiones. Creo que la discriminación, como concepto también ha sido injustamente discriminada.
Lo más importante, es posiblemente, ser honesto y vivir sin perjudicar,traicionar o herir a otros. Tratar, al menos de que nuestras posibles equivocaciones, no trasciendan negativamente a otro.
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