Anaís Aluicio, Psicóloga Clínica

PSICÓLOGA CLÍNICA

Diplomado en Docencia Universitaria. Universidad San Sebastián.
Pasantía Clínica. Clínica Psiquiátrica de la Universidad de Chile. Santiago, Chile.
Diplomado Psicología Clínica: Psicodiagnóstico y Psicoterapia. Universidad de Chile. Santiago, Chile.
Psicología. Mención Psicología Clínica. Universidad Santo Tomás. Santiago, Chile.
Psicología. Universidad de La Habana. Cuba




jueves, 26 de julio de 2007

Trans...


Existen muchas personas cuya “clasificación” –por así decirlo- las incluye dentro de los tipos de personas más marginados, rechazados y evitados entre los seres humanos. Este es el caso de las mujeres en unas culturas, de los negros en otras, de los discapacitados, de los extranjeros a veces, de los homosexuales, de los viejos, de los latinos… y de los transexuales; y como para discriminar no hacen falta muchos factores, sino que lo único imprescindible es un criterio de clasificación y una mentecita un poco cerrada, -pues con eso ya es suficiente- lamentablemente la mayoría de nosotros discrimina a alguien por algo (conscientemente o no). Hoy comento acerca de uno de los grupos más discriminados que existe, intentando conocerlos no sólo como “casos de estudio” sino también como personas. Conozcamos a los transexuales, cuyo “pecado capital” es ser por fuera quienes no son por dentro.
¿Quién es un transexual? Un transexual es una persona cuya identificación sexual se ha desarrollado con un sexo, pero su cuerpo, dígase sus genitales y características fenotípicas, corresponden a una persona del sexo contrario a aquel con el cual se identifican sexualmente. En otras palabras: una mujer que se siente hombre o un hombre que se siente mujer. ¿Alguna vez le ha pasado eso de sentirse quien usted en realidad, no es? No debe ser agradable. Suena a que es un poco confuso.
¿Qué se hace con los transexuales? Bueno, en la actualidad se les discrimina, se les juzga, no se les entiende, pero también se les trata en terapia, se les hacen operaciones de cambio de sexo, y se habla de ellos en blogs personales. Muchos de ellos tienen una mamá que los quiere, un sobrino que les pide dulces y una pareja que los ama. Otros no. Otros tienen problemas grandes que los llevan al psiquiatra, o los echan de sus trabajos, o toman micros muy temprano y el metro muy lleno de gente. Mmmm. Se parecen un poco al resto de la gente, ¿no?
Hay personas diabéticas que viven pendientes diariamente de sus inyecciones de insulina. Hay gente deprimida que todo el día piensa en morir. Los bipolares tienen que tomar de por vida una pastilla que los mantenga estables. Los “supuestamente sanos” lloran, ríen, corren, se duchan, comen, hacen aseo, tienen sexo, ven tele, se deprimen, pueden ser diabéticos y discriminan. ¿Cuán distintos son los transexuales de otras personas que tienen una enfermedad, y que no son discriminados por ella? ¿Cuán distintos son de una anoréxica que piensa todo el día que no quiere ser lo que es? ¿Cuán distintos son de nosotros? Quizás lo peor que les pasó no fue haber nacido en un cuerpo que no corresponde con su identificación sexual, quizás lo que más daño les hace somos nosotros mismos, prejuzgándolos, y dejándoles sólo la opción de una vida de prostitución y vicios, que no es más que el resultado de vivir marginados. Quizás si a los diabéticos se les prohibiera andar con insulina en la calle, o tener hipoglicemia en público, o inyectarse en horario laboral, fueran tan marginados como los transexuales y se dedicaran al mismo trabajo nocturno que ellos. Quizás si mi abuela tuviera manubrio fuera una bicicleta, pero como no lo tiene, la quiero como abuela, no como medio de transporte. A lo mejor la vida nos cambia un poco si empezamos a aceptar a las abuelas y a las bicicletas por lo que son, no por lo que alguien alguna vez dijo que deberían ser.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Anaís, te felicito.... Tus artículos son muy interesantes. Soy estudiante de psicología también. Una idea digna de imitar!
Suerte!

Cecilia